Imagínense en una reunión, sin conocer a nadie, pero con ganas de charlar, una escena muy de fin de año. Un asado, una fiesta o esas cosas que se hacen en diciembre. Pero estamos allí sin conocer a nadie (lo cual no es propio de este tipo de reuniones, uno llega hasta aquí luego de compartir varias cosas). De que creen que podrían charlar con alguien. Y por fuerza vamos a caer en los libros, o las pelis o los programas de televisión que mas nos gustan.
Hablar de televisión es para gente que se conoce poco o mucho. Tengo dos recuerdos, uno muy viejo, de amanecerme con amigos haciendo zaping y riéndonos mucho de todo. Otro mas cercano, comentando ciertas noticias semiescabrosas. Cunado uno se conoce demasiado con otro puede reírse casi sin hablar, solo pasando los canales, nombrando los títulos de un libro o un cuadro o lo que sea, la gracia esta en el aire, en lo compartido, en lo que ya se sabe. En cambio, en otra reunión si no sabemos de que hablar podemos estimularnos mutuamente con los noticieros del día, que nos llevan a temas cuadrados y cómodos como la política, la economía o el desastre de una ama de casa de clase media que no puede completar su dieta como corresponde.
Pero como percibimos lo que vemos, eso es otra cosa.
El topo Gigio solía acompañar las meriendas de mi infancia con una cancioncita muy linda: “vamos a ver, a ver la tele; que a la vez nos educa y entretiene”. y si, uno viendo el discovery o la aventura del hombre se educaba y se entretenía al mismo tiempo. Cuantos de nosotros no terminamos siendo buceadores, ecólogos, naturalistas, aventureros y esas cosas por culpa de Jakes Cousteau o los barbudos que salían en canal 13 navegando en medio de los pingüinos. Cuántos de nosotros no terminamos plantados detrás de una cámara o una maquina o lo que sea proyectando cosas que haciendo un poco de memoria proyectábamos de chicos.
Y será entonces que el topo tenía razón.
Hay quien dice que todo es un simulacro: todo, los programas de televisión, el topo, la aventura del hombre, el rayo verde, yo mismo. Todo es la intención de ser una cosa maliciosamente o inocentemente urdida para hacer-nos creer que somos aquello que queremos que seamos. Que complicado.
De que lado de la vereda será mejor pararse. Creyendo todo o negándolo todo.
Por las dudas, y como para ir engañando he dejado de afirmar que algo es cierto porque lo vi en las noticias (y de paso me evito las burlas de mi amigo Gustavo), pero me quedo pensando, parado en medio de la calle…¡ Hay, ahí viene un auto!
Sergio S. Altamirano.
Para ERV.
sábado, 15 de diciembre de 2007
Esta todo bien o todo…mal
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jueves, 6 de diciembre de 2007
La Buena Estrella
Rafael perdió en su juventud sus testículos en un accidente de trabajo. Lleva una vida tranquila y solitaria, sin embargo, una madrugada en la que se dirige a su carnicería, algo le hace detener su furgoneta y auxiliar a Marina, una muchacha que está siendo apaleada por Daniel, su amante. Marina, está embarazada de Daniel y aunque éste pretendía que abortase, ella quiere tener su hijo a toda costa. Ambos ven abierta así la posibilidad de cumplir unos sueños, que, por distintas razones, a los dos les parecían imposibles: Formar una familia, un hogar, como todo el mundo. Tras saber que Daniel está una vez más en la cárcel, Rafael le propone ocuparse de ella y del hijo que espera. Marina acepta pero le advierte que Daniel volverá y que, cuando eso ocurra, ella no sabe como podrá reaccionar.
Título:
La buena estrella
Director:
Ricardo Franco
Elenco:
Antonio Resines, Maribel Verdú, Jordi Mollà
Año:
1997
Duración:
110´
- HOY 21:30 hs.
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