Blade Runner
Como entender las distancias entre la literatura y el cine, como poder establecer puentes o vasos comunicadores coherentes entre algo que de por si pareciera estar muy emparentado. Dejando de lado el cine que busca su inspiración si ya no directamente sus guiones en la literatura, podemos pensar en un cine que busque su inspiración a gran escala en ciertas frases, giros o modas literarias.
Y de vuelta, hacia el otro lado, qué habrá en ese sentido. Se me ocurren dos cosas, las primeras que me vienen a la mente. El Noveau Roman francés, que se inspira en la puesta en escena cinematográfica para componer una narrativa radical y radicalmente transgresora en la novela de los ’60. Ya quedara para algún curioso conocer más de ello. Me interesa recalcar otra línea de influencia del cine en la literatura. La ciencia ficción existe desde mucho antes que el cine y en ciertos modos la anticipa y la crea, como crea los viajes a la luna y los submarinos. Pero recién en 1913 con Fritz Lang nos encontramos con una visión dramática del futuro.
No es que antes no hubiera nada de esto, la propia literatura argentina nos ofrece un cuento que espera ser filmado, “Caliban o los autómatas”, es un cuento que ciertamente molestara a más de uno. Nos plantea un mundo en que los autómatas y los humanos se confunden.
Metrópolis es el paradigma de la ciencia ficción de la posmodernidad. Maquinas que engendran maquinas, que engendran hombres, que poseen su propia inteligencia nacida de la deformación (cáncer?) de ciertas células que en su momento fueron pensadas (por humanos) para otros fines. Errores (el caos) determinando nuevos tipos de relaciones entre el ser y la maquina. Pero es que acaso la máquina no es un ser? Son demasiadas preguntas para un solo texto.
Lo que mas vemos y lo que vemos primero en la ciencia ficción es el modo en que el autor concibe la ciudad del futuro. Autopistas sostenidas a grandes distancias del suelo, edificios que alcanzan el cielo literalmente, autos voladores y un sinnúmero de encantadores aparatitos que nos facilitan y alegran la vida. Pero a ras del suelo, en el nivel mas bajo de la existencia vertical nos muestran también una ciudad heterogénea, plagada de carteles luminosos escritos en chino, o japonés, o ingles, da igual. Y un montón de gente descolorida, con ropas viejas. Y esta visión del margen es siempre la misma, en Blade Runner, en Jhonny Mnemonic, en la literatura y el cine, Gibson, Dick, etc.
Cuantas visiones distintas y a la vez iguales de un futuro cada vez más cercano. Creo que esta es la intromisión definitiva del cine en la literatura. El modo en que Lang imaginó el futuro le gusto demasiado a todo el mundo, o quizás, tuvo la visión del futuro mas acertada posible.
Y la mejor interpretación de esa ciudad que esta alcanzándonos esta creo yo en Blade Runner. No hay allí Internet, pero la sospechamos. La tecnología parece hoy, a veinticinco años de su aparición, obsoleta en algunos aspectos, pero, no vivimos acaso, nosotros, de comprar tecnología obsoleta como si fuera la panacea.
La película de Scott esta inspirada en una novela de K. Dick llamada “¿Sueñan los androides con ovejas verdes mutantes?” Pero, el director no sabia que el tema del libro esta inspirado en el cine, le pertenece al cine, y es por ello que la película supera de manera abismal el libro.
La novela es una muy buena, buenísima novela de ciencia ficción. La película, la versión del director (la original no se consigue; las diferencias son sutiles e importantes) es mas que una película comercial, es mas que un thriller, no es un policial modernoso; es poesía pura.
Sergio S. Altamirano para ERV.